jueves, 15 de mayo de 2014

'Noche y niebla' y 'Shoah'

El cine colindante con la historia 

Entre lo que se alucina, lo que se quiere ver, lo que se ve realmente y lo que no se ve, el juego es infinito: es ahí donde tocamos la parte más íntima del cine, Serge Daney.


El séptimo arte 

Es indubitable que las artes han jugado un rol fundamental en el desarrollo de la humanidad. A lo largo del tiempo, éstas han cambiado su forma pero no su sentido: manifestar emociones y crear conocimiento estético. De acuerdo a esto, es también indiscutible la importancia que tienen como reconstrucción histórica de las culturas y sociedades: desde lo primitivo ­como las pinturas rupestres­ hasta lo contemporáneo.

Es a fines del siglo XIX cuando surge una nueva revolución denominada séptimo arte. Para entonces, se destacaban la pintura, la escultura, la arquitectura, la música, la danza, el teatro, la literatura y la poesía. El cine muy pronto se uniría a la lista con una cualidad muy particular: es artísticamente inclusiva e ilimitada; se nutre de todas las otras disciplinas.

Etimológicamente la palabra cine significa arte en movimiento. En términos técnicos, es una disciplina de manifestación visual que requiere de infraestructura tecnológica para practicarse (como creación) y reproducirse. Transmite ideas, conceptos y emociones con una imaginación que se desborda a medida que las tecnologías cinematográficas avanzan. Es tal su impacto en la sociedad que no tarda en convertirse en una gran industria del espectáculo y la entretención.

Si bien una película ­en su ideal­ nunca debe abandonar dichas finalidades, el cine ha cobrado sentidos mucho más serios que la mera recreación. Es imposible entonces que pertenezca al ocio, sino que por el contrario: su importancia en la sociedad repercute desde lo cultural, hasta incluso, lo político, pues en su naturalidad como manifestación artística refleja a una cultura de un tiempo y lugar determinado.

La mayoría de las veces este reflejo es indirecto y se encuentra solamente en lo vanguardista. Sin embargo, dado que cumple todos los ideales para retratar contextos (consta de espacios, música, diálogos, personajes, etcétera) la narración encuentra completa cabida. Claro está que la narración histórica no se quedaría atrás y se alojaría, tanto como lo hace en la literatura, en la gran pantalla.

El cine se sumó puntual a una sociedad que se encontraba ad portas de un período indiscutiblemente convulsionado: el siglo XX. Retrataría y documentaría entonces innumerables hechos y realidades inhumanas, abundantes en occidente durante la época: guerras, torturas, luchas ideológicas y otras tantas atrocidades que lograron la atención fílmica de cientos de cineastas.

 En cuanto a esto último, el cine documental se introduciría a la industria con grandes aportes, tanto en lo académico como en aquello que muchas veces es callado por los medios, pero no hay que olvidar que también es uno de ellos y que muchas veces recopila información como ningún otro. A partir de ello han surgido obras muy destacadas que retratan circunstancias poco entendibles. Entre ellas ­-que son muchísimas-­, se destacan los dos largometrajes que fundamentan el presente trabajo.

Son obras del séptimo arte: manifiestan emociones, conocimientos, reflejan realidades y, por sobre todo, son parte de una reconstrucción histórica que queda como un legado disponible para las generaciones presentes y futuras.

   
  I. Noche y Niebla

Argumento

Noche y Niebla es un documental que proyecta fotografías y grabados reales de las condiciones de los holocaustos en el pasado y el respectivo presente (1955). En él, una  fría voz se instala paralela a las imágenes de forma permanente. Las complementa mediante un discurso muy lírico y metafórico que impone omnisciencia sobre lo que se exhibe: comenta, mediante mensajes fuertes con un tono impasible, lo ocurrido en los centros de concentración durante el régimen nazi.

Así se exponen y describen los inhumanos tratos contra los detenidos en ellos, la dudosa jerarquización existente, las condiciones -tanto humanas como espaciales-, y el aterrador sistema del interior. La crítica ante lo ocurrido es inherente al documental, así que permanece implícita pero clara ante un espectador que no tiene posibilidad de reaccionar indiferente.


Contexto histórico

En términos nazis el holocausto es equivalente a 'solución final' de la 'cuestión judía'. Pese a que los holocaustos existieron durante la segunda guerra mundial, el término comenzó a usarse por los historiadores judíos a finales de los '50. Epistemológicamente proviene de la lengua hebrea y se refiere a un sacrificio por fuego. En su sentido más reconocido, fue la persecución y asesinato sistemático contra la comunidad judía por iniciativa y auspicio del estado nazi.

Esta última ideología llegó al poder alemán en 1933, estableciendo un rígido orden racial que condenaba a los judíos como amenaza extranjera debido a su supuesta inferioridad racial. Los campos de concentración funcionaron como confinamiento y exterminio masivo de estos, en los que -según se estima- murieron aproximadamente 6 millones. No obstante, no todos fueron judíos, pues el estado persiguió a otras razas igualmente consideradas inferiores tal como la gitana y, además, a discapacitados, homosexuales, testigos de Jehová, entre otros.

Previo a ese entonces el país germano, resentido tras su humillante resultado en la primera guerra tenía fuertes deseos de hegemonía en Europa, por lo que sus líderes se preocuparon de difundir su ideología y persecución alrededor del continente en los países ocupados por Alemania.

Los campos de concentración comenzaron a surgir durante los primeros años del régimen nazi (que ejerció desde 1933) y funcionaron como lugar de detención de oponentes políticos e ideológicos sin juicio previo ni garantías judiciales. Sin embargo, antes de comenzar la segunda guerra, se hizo frecuente en ellos el encarcelamiento de judíos, romaníes y otras víctimas por discriminación racial, a quienes concentraban y controlaban mediante un cruel trato que acabó con la vida de millones.

Si bien el documental refleja todo esto, su énfasis se involucra en algo mucho más íntimo. El contexto histórico, político e incluso genocida de los holocaustos es sabido a alturas culturales y académicas, pero las peores atrocidades se esconden en un tabú que se manifiesta, por fin abiertamente, en una foto, un vídeo o incluso, un verso. La realidad se desentraña desde adentro, transformada en una obra de arte en forma de película que en 33 minutos manifiesta lo que -muchas veces- libros no alcanzan a hacer.


Su publicación

La película fue publicada una década después del término de la segunda guerra, rompiendo así el silencio cinematográfico del mundo occidental que la guerra fría había causado a modo de rehabilitación de Alemania.

La labor de su realización fue otorgada por el Comité de historia de la Segunda Guerra Mundial a Resnais, importante cineasta francés de la Nouvellle vague ('Nueva ola'). Además, en ella  contó con un íntegro equipo de colaboradores entre los que habían testigos y víctimas mismas de la cuestión judía y sus holocaustos. El guión, la música y la producción se convierten así en un testimonio colectivo y no en una mera narración de la imaginación lírica, transformándose en una obra completa tanto en lo artístico como en lo narrativo e histórico.


Análisis

La película introduce al tema haciendo alusión a lo impredecible que puede ser un holocausto:

"Incluso un paisaje tranquilo, incluso una pradera, con cuervos volando, con siegas y con hogueras de hierba, incluso una carretera por donde pasan los coches, los labradores, las parejas, incluso un pueblo de veraneo con campanario y feria... puede transformarse simplemente en un cambio de concentración", recita la voz en off por vez primera. A su vez, se proyectan grabados naturales de paisajes de un campo de concentración. Las imágenes son pacíficas hasta que pasan del color al blanco y negro, contrastando el presente y el pasado de los paisajes: la tranquilidad y la guerra. Esto último es representado por lo nazi, simbolizado por el rostro de Hitler, la marcha de los soldados y los símbolos que los definen. La paz se ha roto.

A continuación, se ejemplifican fríamente distintos tipos de holocaustos como si se trataran de un catalogo de estilos. Se explica que se elaboran como si fueran cualquier construcción de obras públicas por parte del estado, por lo que ni el soborno se escapa.

Después de ello, las imágenes hasta entonces proyectadas -que solían estar quietas- parecen cobrar vida. Los deportados comienzan a aparecer, entre los que se aprecian jóvenes, mujeres, ancianos e incluso niños. Distintas situaciones se exhiben: “Apresados en Varsovia, deportados en Zagreb, de Odessa, o Roma; la muchedumbre, tomada por sorpresa, tomada por error... se pone en marcha hacia los campos”. La película se convierte en una narración sin protagonistas ni personajes secundarios.

El quiebre de la película es evidente: “Trenes precintos con cerrojos. En proporción de 100 deportados por vagón. Sin día ni noche. El hambre, la sed, la asfixia, la locura. Un mensaje cae al suelo. ¿Lo recogerá alguien? La muerte hace su primera elección. (Se ve la noche, los trenes que llegan a su terrible destino.) La segunda la hará al llegar, entre la noche y la niebla”.

Se trata a la muerte como algo con vida propia, que elige a sus víctimas prácticamente al azar. En el último verso se hace alusión al destino final al que están condenados quienes suben al tren, fundamentando así el ambiente mortal que da nombre a la película: la segunda (muerte) la hará llegar, entre la noche y la niebla.

Tras esto, se regresa al presente y a las imágenes a color. En ellas, se ve la vía que desemboca en el campo de concentración, contrastando su disfuncionamiento actual con lo que ocurría antes en ella. La interrupción resulta ser efímera y vuelve el bicolor a la pantalla.

Desde ello, las imágenes del holocausto comienzan a ser cada vez más fuertes y duras, pero la voz permanece monótona. “Primera vista de campo, es otro planeta”: tras esta introducción, se ve a la gente desnuda, humillada, tatuados, numerados. En pocos segundos la película retrata perfectamente el terrible trato con el que eran manejados los detenidos del campo. Después el enfoque se suaviza explicando información más simple: la jerarquización.

"Atrapados en alguna incompresible jerarquía, vestidos con uniformes de bandas azules, clasificados a veces con "Nacht and Bebel', 'Noche y Niebla'. Marcados con un triangulo rojo, de prisionero político, los deportados se enfrentan a los de triangulo verde: Los criminales comunes, son los superiores en el rango. En la cima, el capo, casi siempre un criminal común. Aún más alto: Las SS, intocables, se le habla a 3 metros de distancia. En la cúspide, el Comandante, que preside y otorga un aire ceremonial al campo. Que finge no saber del campo. ¿Quién no sabe nada?”

En un breve párrafo y pocas imágenes se transmiten múltiples ideas. Por un lado, como ya se ha mencionado, se explica la jerarquía interna del campo. También se describe el excesivo respeto ante las autoridades que en este caso son las SS. Y, por sobre todo, es cuestionada la supuesta ignorancia del responsables máximo del campo: el comandante, que finge no saber nada del campo. La postura es directa: se postula que finge, y no que realmente desconoce.

Se rompe la temporalidad nuevamente. Vuelven las imágenes a color y en ellas se proyectan los barracones en los que dormían los presos. "La realidad de esos campos (...), es sólo una parte de la historia, que trataremos de descubrir." Se explicita la intención del documental, seguido de una reseña sobre el terror que se vivía diariamente en los dormitorios: "Ninguna descripción, ni imagen puede revelar su verdadera dimensión: sólo de un terror interrumpido. Se necesitaba el colchón de paja, de inmediata despensa o caja fuerte. La manta por la que se mataba, las denuncias y los soplones, las órdenes repetidas en cada lengua, la repentina aparición de las SS, entusiasta de rápidos registros y bromas pesadas. De este dormitorio de ladrillo y de esos sueños atormentados podemos tan solo mostrarnos el caparazón exterior, la superficie"

A continuación se muestran imágenes de las construcciones que articulan los campos. “Aquí está el escenario”, señala la voz en off. "Un cielo de otoño indiferente. Es todo lo que nos falta para imaginar una noche de gritos desgarradores", agrega acompañado de una luna llena.

Tras ésta, reaparecen las imágenes de documentales, todas muy duras. La voz, como siempre, recalca lo que significa cada una de ellas: las rutinas ceremoniales que se armaban a diario. Las formaciones, la contabilidad de la muerte como si fueran simples cifras demográficas, y las duras condiciones de los trabajos forzados que comenzaron a generarse en el interior de los campos son retratados por las imágenes y descritas por la voz en off.

Después, se muestran imágenes de las necesidades de los prisioneros. La desesperación es indubitable: Cada cucharada no tiene precio. Una cucharada menos es un día menos de vida. Dos o tres cigarrillos son canjeados por un plato de sopa. (...) Se tumban en algún sitio, donde sea, y agonizan solos."

Las imágenes que siguen son mixtas. Se muestran espacios y la voz comenta las posibles situaciones que allí ocurrían, describiendo las peores atrocidades que podrían imaginarse -pero que no son imaginadas-. Se puede contemplar un "efímero orfanato", "barracones para inválidos" y, mediante una simple reja, "el mundo real, que se podía ver no muy lejos". Entonces se define el campo de concentración como un mundo irreal, aislado a lo verdadero: lo humano. Dos mundos separados por una simple reja que está en permanente observación. Seguido, se muestran fotografías de prisioneros muertos junto a ellas, como si hubiesen tratado de escapar. Las imágenes hablan por sí solas y la voz en off guarda silencio. Escapar era un acto fácil, salir vivo de ello aparentemente imposible.

No obstante, desde otro punto de vista este “mundo irreal” funciona como cualquier otro. "Se puede pensar en Dios. Incluso se organizan políticamente, desafiando a los criminales comunes por el control de la rutina del campo. Se ocupan de los camaradas más necesitados. Comparten la comida con ellos y les ayudan a regresar. Como último recurso, y con el corazón afligido, llevan a los agonizantes al hospital del campo". Con esto último se introduce al tema sobre la salud y la atención.

En él, se utilizan recursos de la actualidad y el pasado. Se enseña la apariencia de los hospitales, pero la voz destruye las esperanzas que ésta aparenta: "Pero les entregan al riesgo real de la muerte por una inyección. Las medicinas son de pega. Los apósitos son mero papel. La misma pomada es para todas las enfermedades, para todas las plagas. (...) Al final, cada preso se parece al siguiente: un cuerpo de edad interminada que muere con los ojos muy abiertos."

Agrega los terribles tratos que recibían los supuestos pacientes y explica cómo son utilizados como conejillo de indias. Asevera que las marcas pueden ser de por vida, refiriéndose incluso a hombres castrados. Enseguida se acota la injusta situación de las autoridades alemanas, quienes viven en domicilios acomodados cerca del campo.

Tras esto, se proyectan imágenes de oficiales sonrientes. La ironía del documental es evidente y la maldad reflejada inherente. “Debemos destruir, pero productivamente”, se cita a Himmler (Comandante en jefe de la SS).  Posterior a ello, la cámara se dirige a los crematorios, como si se tratara de algo fundamental. Enfatiza así en la importancia que tenía la muerte como un pasaje más de un barrio domiciliario.

A continuación siguen las imágenes más fuertes de la película. Cámaras de gases, muchedumbre desnuda a puertas de su exterminación, depósitos de muertos apiñados, kilómetros de cabello de mujer amontonado, entre otros. “Todo se reciclaba”. Se trata las escenas que más rompen con el silencio de las atrocidades cometidas. Las peores. El silencio se hace recurrente porque lo visual vuelve a hablar por sí mismo.

Sin embargo, cuando el genocidio y su productividad -por mano de obra- se encuentra en su peak alemán más, alto comienza a  entrar en descenso. Se enfatiza en las localidades aisladas de trabajo (ghettos), el alza económica que han causado y la probabilidad de Alemania de ganar la guerra. "Pero la están perdiendo. No hay carbón para el incinerador, ni pan para los presos. Las calles de los campos están consteladas de cadáveres. El tifus. Cuando los aliados abren las puertas... Todas las puertas"

“Cuando los aliados abren las puertas” hace referencia a la pérdida de Alemania en la guerra tras los motivos mencionados (entre otros). Los países vencedores llegan a una Alemania herida, con millones de muertos tras las atrocidades nazis, como si se tratara de un catastro tras una hecatombe. Se hace alusión a esto último mediante chocantes fotografías de cuerpos sin vida apilados como el resultado de todo lo ocurrido, uno irreversible. La voz calla nuevamente.

Posteriormente, lo que ocurre después. Los oficiales son interrogados y entran en condición de tribunales: "Yo no soy responsable, dice el capo. Yo no soy responsable, dice el oficial. Yo no soy responsable. Entonces, ¿Quién es responsable?”, la crítica se hace inherente y finaliza con un poético discurso paralelo a las imágenes del presente, con el tranquilo verde de los paisajes que antes eran los campos de concentración. Rompe la condición aislada de los sucesos exhibidos, adentrando al espectador a una profunda reflexión ética y social. Acota la mala memoria de la gente y a que se trata de algo imposible de superar, pues los daños son permanentes e irreversibles.

'Como si de verdad creyésemos que todo esto ocurrió sólo en una época y en un solo país, y que pasamos por alto las cosas que nos rodean, hacemos oídos sordos al grito que no calla", concluye.


II. Shoah

Argumento

Shoah significa aniquilación en lengua hebrea. El título representa bien, desde la alusión étnica, de qué trata el documental de reconstrucción histórica. En él se presentan testimonios desde distintas partes del mundo de diferentes víctimas y testigos vivientes de la persecución étnica contra los judíos ocurrida durante la Segunda Guerra Mundial. El formato consta de entrevistas, traducidas por intérprete, en las que los supervivientes hablan sobre sus experiencias y repercusión emocional en los holocaustos que, además, son visitados en algunas instancias de la filmación. Su director fue el realizador francés Claude Lanzmann.


Contexto histórico y realización

Durante la segunda guerra mundial, la Alemania nazi efectuó una masiva persecución contra la comunidad judía. Al plan se le llamó 'solución final' y logró ocultarse popularmente en los eufemismos que las autoridades germanas empleaban para disimularla. Sin embargo, es una verdad que no tardaría en salir a la luz.

Terminada la guerra, los supervivientes de los holocaustos son liberados y los crimines cometidos por los genocidas nazis son considerados imprescriptibles y de lesa humanidad. Desde entonces, comienzan a tramitarse las medidas legales en el país derrotado e incluso, surgen persecuciones contra los nazis, pues algunos de ellos han huido y ocultado en falsas identidades. El secreto a voces se rompe. Sin embargo, no todos creen en los hechos. Existen personas que niegan la existencia de los holocaustos y consideran que se trata de una conspiración popular. La labor de los aliados llegados al dominio de Alemania se enfoca en difundir la verdad.

Entre esta difusión se encuentra, definitivamente, este documental. Durante su rodaje, y desde el término del exterminio racial en 1945, Alemania se encontraba dividida por las dos superpotencias vencedoras. Su realización comenzó casi 30 años después, y su estreno, tras una década trabajo, sucedió finalmente en 1985, cuarenta años desde el término de la guerra.

Si bien el hostigamiento perdura hasta el día de hoy, la película correspondió a un período de intensa búsqueda por la verdad y la justicia, en un lapsus necesario para que las heridas -que nunca cerrarán- logaran enfriarse lo suficiente como para hablar de ellas. Los testigos son un recurso humano con fecha de vencimiento.

Análisis

Los paisajes, testigos de las inhumanas torturas y genocidios, transmiten el siniestro que pese a los años no deja de estar presente. Los árboles, la carretera, la vía del tren y, por sobre todo, los fríos holocaustos son sólo cosas pragmáticas que presenciaron uno de los panoramas más terribles de la historia, pero que, pese a ser prosaicos e incluso intervenidos para eliminar rastros, transmiten parte de su pasado.

Las personas son variadas y de distintas edades. Además, no sólo participan víctimas. También hay victimarios, es decir, testimonian personas que participaron ofensivamente en el exterminio. Por otro lado, existe la participación de quienes no estuvieron presentes en la masacre, pero que aportan desde un punto de vista profesional -tal como lo hacen algunos expertos- o reflexivo, opinando interesadamente. Esto le da un carácter íntegro y heterogéneo al documental.

En lo fílmico, cabe destacar que la película sólo se basa en entrevistas y no es intervenida por imágenes ni archivos externos. Así tampoco tiene música ni mayor edición, lo que le da un tono aún más serio y lúgubre del que tiene por sí mismo. Se trata de un largo y maestro trabajo que tardó nada menos que diez años de realización para estrenarse finalmente en 1985, cuatro décadas después del terrible genocidio que marcó un antes y un después para la comunidad judía.

Conclusión

Shoah es un documental que, desde la historia oral, narra las atrocidades que lo argumentan. Comprueba que no es necesario complementar e intervenir con canciones, efectos o archivos lo que la historia por sí misma cuenta. No necesita de accesorios ni modificaciones, pues los testimonios de las personas son suficientes al momento de hacer historia. Ésta suele entenderse y enseñarse desde académico, lo teórico o la novela histórica. Sin embargo, no hay nada más viviente que el vestigio humano, quienes comunican más que lo verbal: los gestos y la comunicación verbal permiten transmitir lo más íntimo.

Quizás rompe con algo que para muchos es un tabú, y con valentía se enfrenta a sus principales afectados. No debe ser fácil dirigirse a un judío para preguntarle por una etapa inigualablemente traumática o a un participante en la exterminación con un desmesurado cargo de consciencia, menos debe ser solicitar su participación en la pantalla. Se trata de un trabajo valiente y único.

Finalmente, los testimonios hablan por sí mismos... y estremecen.



Conclusión final

Noche y niebla (1955) y Shoah (1985) han sido comparadas por su excelencia. Ambas relacionan los antecedentes del pasado -documentos visuales y testimonios, respectivamente- con el rastro imborrable del presente -como los mismos campos de concentración en su estado actual, en común-.

Las dos películas tienen una forma fílmica muy particular que la distinguen de otras obras. Comprueban que no es necesario emplear grandes producciones -comunes en la cultura popular- para lograr resultados efectivos, en los que realmente se retrate la historia y sea comprensible a generaciones ajenas. Sin embargo, consiguen que esta condición de ajenidad se rompa entre el espectador y las situaciones exhibidas.

Son evidentes exponentes de lo que ha significado el cine como reconstrucción histórica, fiel recurso para guardar y recopilar documentos, tanto aquellos que son propios del tiempo pasado como las repercusiones en la actualidad. Tal como se plantea en la introducción del presente trabajo (I), las películas tratadas transmiten ideas, conceptos y emociones, elementos propios de una película que puede ser desde un cortometraje de entretención infantil, hasta el más denso documental académico.

"El cine ni reemplaza la historia como disciplina ni la complementa. El cine es colindante con la historia, al igual que otras formas de relacionarnos con el pasado como, por ejemplo, la memoria o la tradición oral" – Robert Rosenstone.

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